viernes, 4 de febrero de 2011

"Locos de altar" 2010 Leopoldo María Panero, Begoña Callejón, Rubén Martín



Begoña Callejón

En la habitación

No puedo dormir. Me masturbo. Me masturbo otra vez. Que asco. No sirve de nada. Estoy nerviosa. Conozco cada una de las esquinas de esta cama. He probado todas las posturas. Cojo un cuchillo y acaricio mis muñecas. Lo lanzo contra el cristal y se rompe al instante, el aire entra en la habitación. Un aire frío. Me fumo un cigarro. Hay trozos de cristal en mi pelo. Brujas, vosotros que habláis en la noche, ¿puede una muchacha llorar hasta el amanecer?. No encuentro unos labios inmóviles. Beso un astro apagado. Empujo la mecedora, siempre está en medio. Estoy de pie pensando qué hacer.

a. Acerco la vela a las cortinas
b. Intento regresar a la cama
c. Me desnudo y me acerco a la ventana
d. Me voy a la calle e intento follar con alguien.

Cojo una copa de vino. La perfección está en el odio.

Bajé a los infierno y no hay nadie.
Solo perros muertos.

Rubén Martín

--Te preguntas por qué tanto dolor. Mejor pregunta cuándo comenzasteis a olvidar, 
a borrar los pasillos de vuestra realidad, a anestesiar el mundo en que habitáis.--
Segunda voz:
--No es bueno hacer preguntas. Las respuestas jamas os satisfacen.--
Y tercera:
--Todos vivís en cárceles, hospitales, manicomios. Todos estáis atados ala cama con correas, 
con vendas y electrodos. Nuestro único crimen es mostrarte las rejas de tu celda.--


Leopoldo María Panero

Hagan lo que hagan
Digan lo que digan,
Todos los hombre se verán algún día
En el interior de un círculo rojo.
Buda

Aquí está la ultima danza de los muertos vivientes
de aquellos que sonríen al pasar al caer la muerte
sobre los hombres
de aquellos que llaman a la lluvia 
y hacen que zozobren los barcos
los barcos atroces de la lluvia
que solo saben del esparto
y del soliloquio atroz de un muerto
que solo sabe de la lluvia
y del sol en vano para que caigan los hombres
al pie de la vida
cuando los hombres recen en vano
y solo la muerte les responda
John Donne lo dijo:
Uno miente y el otro desespera.

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