viernes, 28 de septiembre de 2012

"Te escribiré una novela" 2012 - José Ángel Barrueco




Estuve a punto de caerme, y entonces ella se subió a 
horcajadas encima de mis muslos, y en el silencio se rompió 
alguna rama o crujieron las hojas, o al revés, supongo, pero 
los de abajo no se enteraron: él tenía los gemidos de su chica 
en el oído izquierdo y, ella, la saliva de su hombre en su oído 
izquierdo y en el valle mitológico del cuello. 

Por suerte, aquella noche llevaba una falda larga. 
Se la había puesto aposta, porque pensábamos ponerle a la 
tarde argumento de erotismo callejero o de bosque. Sacó de 
mi bolsillo una goma y me hizo ponérmela. 
y allá que fuimos. 

Mientras recordaba esto y dudaba si ponerlo en el 
libro o no, a la mañana siguiente de haberme recuperado, 
con la resaca sobre los hombros y mal color de rostro, subí 
al árbol de un parque. Pero ya no era lo mismo. Y un tipo 
que pasaba por allí, probablemente en una pausa del trabajo 
para respirar café o beber oxígeno, me acusó de gamberro 
y dijo que fuera a mi casa a subirme al sofá. Siempre dicen eso. 

Era un mal día. Pero avivar la memoria del pasado 
suele ser un ejercicio con ventajas e inconvenientes. Es dulce
 reconstruir lo que tuviste, y muy amargo recordar lo que 
has perdido. Admito la obviedad del enunciado, pero es el 
resumen de la vida, qué le vamos a hacer. 

-¡Vergüenza debería darte, animal, ahí subido! ¿No 
tienes trabajo? Esta juventud ... 

Tenía veintinueve años, así que su comentario sobre
 la juventud me gustó. Aún podría ligar si ella jamás regresaba.
 Aunque no habría libros para otras desconocidas, 
supuse. Sólo para ella. Me faltaba terminar de escribirlo. 
Quedaban pocos folios por llenar. 

Se puede contar un día entero en un libro de mil 
páginas, o toda una vida en un cuento. Eso es lo que me 
hechiza de la literatura, su poder de síntesis y su traspaso 
del tiempo: lo vence, lo aniquila y juega una partida para 
despistarlo. 

En el árbol hicimos de lo nuestro. Por lo visto, en 
aquel parque se consideraba delito tener una pareja y no fornicar.
 Lo veías en los insectos, en los perros, en los gatos, 
en todos los animales y en las personas. 

Bien. El árbol. Nos convertimos en los frutos de 
verano, casi colgando de las ramas, con los pies balanceándose
 y yo cogiéndola de la cintura para que me clavara el 
pubis. La cogía y cogíamos, dicen los argentinos. No nos 
estampamos contra el suelo ni la pareja de abajo advirtió 
nuestros jadeos ahogados. 

Creí en la metáfora, durante un segundo: los de 
abajo pertenecían a otro nivel, ése en el que sus inquilinos 
merecen poco; los de arriba éramos nosotros, a merced de 
un paraíso más cómodo. No se trataba de ninguna de esas 
divisiones entre ricos y pobres o entre tontos e inteligentes. 
Solamente me daba la impresión de formar parte del escaso 
grupo de los dioses, mientras el nutrido grupo del suelo 
también gozaba de amor, pero eran sentimientos y relaciones 
menos partidarias de lo eterno y de que la relación durase. 

Los de abajo estaban juntos para joder. Nada más. 
No llegarían a nada. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

"4 notas de Jazz" 2011 - Gema Fernández Martínez



-Le he escuchado tocar -le respondió Darío, 
todavía emocionado. 
-Ya ... y quiere denunciarme, lo de siempre. 
Pues ya sabe dónde está la comisaría. -Iba a 
cerrarle la puerta en las narices, pero Darío interpuso 
su brazo para evitar el cierre y poder explicarle la 
confusión que se había producido. 
-No. En realidad he venido a contratarle para 
tocar en mi local. Tiene usted un don maravilloso 
para transmitir sus emociones a través de las teclas
 de su piano, una gracia divina que a muy pocas
 personas les es concedida. En realidad, en todo 
lo que llevo viviendo, solo ha habido otra persona 
que iguale la intensidad emocional que se produce 
cuando usted toca. 
-No toco en público, lo siento. Pierde el tiempo
 tratando de convencerme. 
Darío insistió durante meses sin resultado alguno.

viernes, 7 de septiembre de 2012

"Me amarás cuando esté muerto" 2001 - Leopoldo María Panero & José Águedo Olivares


LA FLAUTA DE HUESO 
Heme aquí que sobre la página 
vengo a vengarme del Ojo 
y la aliteración sustituye a la vida 
porque todo poema es una venganza 
una venganza contra la vida 
única señora, único verdugo 
que quema nuestros ojos con el frío de la nada 
que rompe nuestros ojos en el acantilado 
donde Ossian solloza y ni siquiera 
las lágrimas le escuchan. 


EL POEMA DE LEOPOLDO y JOSÉ ÁGUEDO 
Destrucción contra destrucción 
caballo contra cabello 
holocausto sobre holocausto 
doble reino de la ruina 
aliteración del desastre 
cuando la nieve sepulta el poema 
y destella el horror del recuerdo 
como el cuerpo que cae en la tarde 
sobre el terrible momento de no tener nada en que 
pensar. 
(Eliot dixit) 


lunes, 3 de septiembre de 2012

"El demonio te coma las orejas" 2008 - David González


EL TIGRE 

Javi tenía tatuado 
un tigre en el antebrazo. 
Bueno, no sé si era 
un tigre o un leopardo, 
algo así, 
y se chutaba en las pintas 
de la piel del animal 
porque de esa forma 
no se le notaban las marcas. 
y así siempre. 
Hasta que un día 
el tigre se cansó, 
y le comió el brazo 
de un mordisco.