También nosotros veníamos de veraneo
y nos íbamos a primeros de septiembre,
cuando brotan los quitadesayunos, o sea
que en eso
éramos casi iguales a vosotras, incluso
podríamos decir
que, en rigor, la casa era más vuestra,
que llegabais con la primavera ...
No he dejado nunca de apreciar
vuestra bienvenida revoloteante,
[ese chisporroteo
que nos caía en cascada dulcísima, limpísima
y refrescante de vuestras palabritinas.
Ay, ay, ay ... Ya veces entrabais un momentito
en el portal,
jugueteando entre las vigas de madera
que olían tan bien, trenzando una guirnalda
de velos y de vuelos inconsútiles ...
Sé que me veis y me reconocéis
cada nuevo verano, y sé que me esperáis
y que guardáis memoria
de quienes fuimos, aunque ya seáis otras
y nosotros tampoco seamos los mismos ...
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