Bob Lunceford se levanta sin prisa y ocupa el
lugar de la víctima. Afina su guitarra de una
forma extraña, en mi menor al aire, una fórmula que
alguien bautizó como «afinación cruzada», y que
aporta un aire lánguido, enigmático, a muchos
de sus temas. Spur, claro, es incapaz de aprecia
este detalle; su impaciencia, por demás, resulta
notoria.
Bob comienza a tocar, y lo hace con un largo
pasaje instrumental a modo de introducción, algo
bastante insólito. El tema es lento, sinuoso, Skinny
se está arriesgando, cualquier otro hubiera optado
por alguna canción de efecto más inmediato, de
ritmo fácil y contagioso. Unos cuantos compases
más tarde, entra la voz. El desconcierto atraviesa el
rostro del pobre Henry Spur, para dar paso
enseguida a un paulatino interés. Ahí tenemos algo
diferente a lo que uno suele escuchar, sí señor, quizás
podamos hacer negocio con ello. La letra, en todo
caso, le resulta muy difícil de entender. Se trata de
un tema propio titulado Devil Killed My Woman,
en el que Bob narra de modo algo críptico la muerte
de su mujer. La música avanza con solemnidad,
como el paso de una procesión mortuoria, guitarra
y voz se funden en un solo lamento, el slide frota
las cuerdas con delicadeza...
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