La luz mala se ha avecinado y nada es cierto. Y si pienso
en todo lo que leí acerca del espíritu ... Cerré los ojos, vi
cuerpos luminosos que giraban en la niebla, en el lugar de
las ambiguas vecindades. No temas, nada te sobrevendrá, ya
no hay violadores de tumbas. El silencio, el silencio siempre,
las monedas de oro del sueño.
Hablo como en mí se habla. No mi voz obstinada en
parecer una voz humana sino la otra que atestigua que no he
cesado de morar en el bosque.
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