Entre la armonía y el desorden,
entre la mente y la emoción
la fuerza poderosa de una armadura me sobrecoge,
una idea prevalece, cobra protagonismo
como el alma de una escultura
que lucha frente a la piedra
la cual la envuelve y la sojuzga.
Aún llevaba el mar en el pelo y en la piel
cuando el deseo se hizo cuerpo al verte.
Siempre te pido la misma savia, la misma vida
del gran árbol del que formamos parte.
Siempre te pido lo mismo, petición de una mendiga.
Petición de alguien que pudiera ser reina si supiera,
pero no sabe o sabiendo no puede liberarse del hechizo
de ser el alma de una piedra apenas cincelada.
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