LA ETERNIDAD
La eternidad era una holgazana,
mientras que la vida transcurría en un pestañear
y, aun así, les aburría,
como a hipopótamos en el zoológico.
Apurados por migajas de distracción,
ocio de primer mundo y psicoanálisis,
pastillas para no dormir, protectores
estomacales y antihistamínico
para alergias estivales.
Debía atender las codicias de la ofensiva,
reemplazando escenarios bélicos
como una veleta
a merced del maldito viento.



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