EL DRAGÓN
Minucioso, solemne, apetitoso,
místico y extraordinario
exige al presente
lo que nadie parece dispuesto
a suplicar de rodillas:
un poco de atención.
La vida encapsulada,
en fragmentos dispersos
sin atosigar, ni estreñir
las vísceras obstruidas
de los mancebos de comida rápida
y reciclaje, demasiada información
para el candor de la audiencia.
Dicen y leo, que la atención adolescente.
entre doce y dieciocho años,
no excede los treinta segundos.
Y ya es mucho, que tengo prisa y
debo seguir surcando el caudal
del cursor de la red.
El de mi amigo el Dragón
es un canto de voz humana,....
No hay comentarios:
Publicar un comentario