Hijo del verbo, carne de lenguaje,
Herido por el fuego en la laringe,
Malogrado y fatal como la Esfinge,
Soy la declinación de mi linaje.
Hice de la palabra santuario
Ocultando mi vida en el fonema
Y hallando en las entrañas del poema
Materia para un sueño visionario.
La madre de mi alma es la palabra
“Destino” con mi sangre escrita y fuerte
Anhelo más profundo que la muerte.
Lejos de la mecánica macabra
Que rige el mundo yo sueño y escribo,
Y en la distancia de mis versos vivo.
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