El día siguiente Edu no fue a clase; allí estaba su asiento vacío.
Javi se sentía culpable, como si fuese un reproche que Edu le hacía
a él. Como si no fuese a acudir más a clase por su culpa. Sacudió la
cabeza e intentó concentrarse en lo que decía la profesora de
Matemáticas, estaba hablando de potencias. Pero seguro que lo de
Edu no tenía relación con el susto del día anterior, el coche casi no
los había tocado. Estaba pensando tonterías. Edu no habría acudi-
do a clase por algún motivo lógico, se habría acatarrado o habría
tenido que ir al médico o a algún sitio. Ayer Edu se había ido cami-
nando y no lo vio cojear. Allí delante estaba el chaval ciego, é.cómo
se llamaba?, recordaba los apellidos pero no el nombre. La profeso-
ra de cuando en cuando recordaba su presencia y hablaba explíci-
tamente en su dirección, como si fuese sordo y no ciego. Él a veces
jugueteaba con el bastón blanco que tenía arrimado a su silla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario