Me volví hacia el olmo mientras me hablaba, y sus ojos me siguieron, pero allí no había nadie. La calle estaba vacía en todo aquello que alcanzaba la vista. Me invadió una sensación de desamparo. Emma Sazon se había ido, y yo no era capaz de adivinar qué quería. Su última mirada me había traspasado hasta el tuétano. ¡Y sin embargo no me había hablado! De repente me sentí más desolada que cuando la tenía delante, vigilándome
viernes, 17 de septiembre de 2010
"La campanilla de la doncella" 2009 Edith Wharton
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