La seguridad de Mercedes iluminaba a Rubén, acostumbrado como estaba, por su segundo trabajo temporal en una discoteca, a tratar con adolescentes en celo y multitud de jovencitas más o menos insustanciales. Mercedes se parecía más bien a esas mujeres maduras que no querían complicarse la vida lo más mínimo y a cuenta de las que Rubén se venía sacando otro sueldo extra, en su tercer trabajo temporal, desde hacía un tiempo. Y es que Rubén, al igual que Mercedes, era un superviviente. Si hubiera que matar, apretaría el gatillo sin perder el tiempo en
excusas.
-Eres muy rara, Mercedes.
-Por eso te gusto. Venga, reconócelo.
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¿Venderíamos el alma por dinero? ¿Daríamos lo más valioso a cambio de una segunda oportunidad? ¿La fidelidad tiene un precio?
Madrid, 1987. La Bolsa y la inocencia se desploman.
La Maldición de Keops retrata un mundo en crisis. La antesala de un cataclismo económico que segó la ilusión de la mayoría. Otros, pocos y muy poderosos, campan a sus anchas. ¿Hay esperanza?
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