Casa de empeños del diablo
(fragmento)
Cómo decir esto sin darme asco,
Cómo decir esto sin darme asco,
sin llamarme cobarde desde mi cobardía,
sin ahorcar mi sangre a cada letra sudada,
sin reírme de mis sueños de plañidera.
Cómo decir esto sin ser la vergüenza
de llorar mis cansancios elegidos,
de mis elecciones erróneas, mis aciertos no buscados,
mis búsquedas huérfanas, mis tesoros olvidados.
Quiero morir...
¿Me oye alguien?
¡Quiero morir!
No resurgir, no resucitar, no ser alma por una vez...
Reencarnarme en un sueño infinito de lucessombras,
de huecos hondos, de charcos quietos, de sorderas de paz.
Nadatodo me consuela, nadatodo me destruye.
En la nada me crezco en el todo me diluyo,
En la nadatodo me acurruco, me aislo, me crezco,
me crezco, me desnuco.
En una especie ya extinta de escorpión rosa,
como la pantera, la flor y mi ojete,
que huye mis ideas, mis sentires, mis espíritus,
con el aguijón de su boca desde mis abismos.
Cada día me vacío. Cada noche me recargo
y en mis cargas soy liviano, ligero, humo, soy aire.
Estoy incómodamente cómodo en cualquier lugar
en cualquier lugar estoy cómodamente fuera de sitio.
Mi sitio es la nada. Mi sitio lo es todo.
No me fío de mí. No confío en mí.
Mi confianza es mi lastre. Mi lastre, mi duda.
Mi duda mi redención de mujer bendita.
Mi yo es mi cadena, mi sustento,
mi bautismo, mi entierro,
mi amuleto, mi descrédito,
mi caminar, mi tropiezo,
mi veneno, mi vacuna,
mi remedio, mi quebranto,
mis cuernos, mi cornalón,
mi droga dura, mi vino sin de pordiosero,
el bueno, el feo y el malo en el mismo esqueleto.
No valgo para quererme.
En mis odios me amo.
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