domingo, 2 de diciembre de 2012

"Caín" 1990 - Federico Gallego Ripoll



TOMA del movimiento lo que enseña: 
que no hay ola que no vuelva al principio, 
ni ceniza que no devenga en fuego, 
ni palabra que no engendra una ausencia, 
ni asesino que no tenga dos muertes. 

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y tenía la piedra -no preguntéis por qué- 
la forma de mi mano. 
y su nuca tenía la forma de la piedra, 
y la tierra la forma de su cuerpo tenía, 
y la noche la forma de la tierra cerrada, 
y el llanto de los perros la forma de la noche. 
y tenía la forma de aquel llanto mi memoria. 
Fue simple: como todo lo ya escrito. 
De mi memoria al llanto de los perros, 
desde el llanto a la noche, 
de la noche a la tierra desvelada, 
de la tierra a su nuca, 
de su nuca a la piedra, 
de la piedra a mi mano. 
Pequeño puente. Apenas una brizna de tiempo. 
La asunción de un destino. 
(¡El dolor es tan leve!) 
y el aroma concreto de la sangre 
como el airado norte de un relincho: 
indudable, redondo, breve, intenso. 
Sin otra opción de muerte que esa muerte concreta. 
(Como todo lo escrito de antemano.) 
Ni yo oculto mi nombre, 
ni debéis ocultaros vosotros de mi clarividencia. 

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ALGUIEN PARTE AL EXILIO.
Y no sé si soy yo 
el hombre que se va
o el país que se queda.

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