La marcha del pepino
Había comprado yo un hermoso pepino
Muy gordo, muy largo, muy verde
y regresaba sin traspiés
del mercado de Nevers
Puesto que sudaba por el camino
de llevar el cesto
Me detuve para almorzar
Al pie del un álamo
Hete aquí que deslío mis cosillas
Mi pan y mi cuchillo
Y la punta de tocino que me quedaba de ayer
No tenía buen aspecto.
Diantre, me digo, sin mi patrona
No era tan roñosa
pues llevo en este cesto
cosas requetebuenas
Al momento levanto
la tapa del chisme
Sólo con ver aquello se me hace
toda la boca agua
Debía de parecer yo un gendarme
Con ese gran cuchillo
Pues el pepino al ver el arma
Se deshace en sollozos
A mí, qué quieren que les diga, me hace gracia
ver llorar a ese bicho
Pero el pepino toma la palabra
y me pide clemencia.
Bella Suzon, apiádase de mí
y no me abra en canal
Pues bien claro está escrito en la Biblia
que al prójimo no hay que matar
Les aseguro que esto de ser pepino
es un destino atroz
Nada hay en el mundo más triste
Ni menos meritorio
Acaban nuestros días en las mesas
cortados en trocitos
Salpimentados, suerte detestable
Para llenar el estómago de los necios.
La desgracia viene de nuestro color verde
qué tira de espaldas
No es normal, desconcierta
y provoca impotencia.
Realmente qué destino tan tonto
El que nos hizo verdecer
Porque los hay que viven en braguetas
Y que no tienen esa cruz.
A veces, sin embargo, son enclenques
No son ni pesados ni gruesos
Andan un poco escasos de saliva
Y no tienen más que piel de hueso
Esconden el culo en las matas
Y meten las narices en lo oscuro
y trabajar es cosa rara en ellos
Apenas si lo hacen un poquito por las noches.
Pero a éstos se les mima
con nombres de pajarillos
Les chinchan y susurran
Les besan en los morros
Les acaricia en todos los sentidos
para fortalecerlos
y baños de juventud les dan
para que crezcan mejor
Si respingan les hacen monerías
los acarician de nuevo
Hasta que a berenjenas se asemejan
De rojos y fuertes que se ponen.
Y cuando están en forma
los trasplantan en unos agujeros
Para que crezcan más altos que un olmo
sin cansarse en absoluto
Y mientras aprisionan la tierra
Removiendo todo alrededor
esos cerdos escupen al aire
pese a todos sus mimos
Y entonces ¿qué? creéis que los castigan
a golpes de cepillos de dientes
les pegan o los comen?
¡No! ¡Solo fingen hacerlo!
Sin embargo a nosotros, verdes como los árboles
que también somos bellos
Al mármol ablandaría nuestra suerte
¡Nos pasan a cuchillo!
Escuchando hablar así al pepino
Sentí lástima de él
Era su destino ciertamente triste
Más valía ahogarlo.
Como no había agua en el camino
me levanté las enaguas
Y me lo metí en mis partes
Diantre, qué gusto daba.
Una hora después yo estaba muy a gusto
y el pepino también
Ven aquí cariño que te folle
Eso le dije.
Y al verlo ya no tuve miedo
de que se lo comieran en la cena
Pues había cogido un color
rojo como un cangrejo.
Y así acaba la historia del pepino
Muy gordo, muy largo y muy verde
que me llevé sin traspiés
Del mercado del Glande Verde
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