Mensaje del Gran Jefe Seattle al Presidente de los Estados Unidos de América en el año 1885.
Mis palabras son como las estrellas,
nunca se extinguen.
Cada parte de esta tierra
es sagrada para mi pueblo,
cada brillante aguja de un abeto,
cada playa de arena,
cada niebla en el oscuro bosque,
cada claro del bosque,
cada insecto que zumba es sagrado,
para el pensar y el sentir
de mi pueblo.
La sabia que sube por los árboles,
trae el recuerdo del Piel Roja.
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