jueves, 1 de julio de 2021

“El emperador en Santa Elena” 2020 - Javier De la Rosa


Aquel baile en los jardines, donde danzaban, los clarines y los

violines comenzaban con el vals del Emperador. Josefina y yo

abrimos la danza con paso corto pero firme, su mano descansaba

sobre la mía y yo la sostenía en la sombra de su cimbreo y sus

miradas furtivas a los jóvenes; dio un giro sobre sí y se centró en el

cambio con el joven sargento Michel D'Antón quien se sonrojó al

ver de cerca el rostro de la Emperatriz de Francia. Aceleré el paso de

la danza y di un traspiés tropezando con el cuerpo de Marie Signé,

la condesa de las Casas ,quien se distorsionó un pie y gritaba como

una condenada. La duquesa de Abrantes, se acercó indignada a

levantarla y me miró con cara de furia. Pensó que lo había hecho

adrede. Al día siguiente los comentarios en París fueron variopintos,

la lengua viperina de Laura Permond, trascendió y en los centros

de lectura y los periódicos se hacían eco de les folies de la Corte y

la mala pata de su Emperador.



miércoles, 12 de mayo de 2021

TUPELO - JOHN LEE HOOKER


 



                                                



Tupelo - John Lee Hooker 


¿Leíste sobre la inundación? 

Sucedió hace mucho tiempo, en una pequeña ciudad rural, allá en Mississippi 

Llovió y llovió, llovió tanto de noche como de día 

La gente se preocupó, se puso a llorar 

"Señor, ten piedad, ¿a dónde podemos ir ahora?" 

Había mujeres y niños, gritando y llorando, 

"Señor, ten piedad, ¿a quién podemos acudir ahora, sino a ti?" 

La gran inundación de 

Tupelo, Mississippi 

Sucedió una tarde, un viernes por la noche, hace mucho tiempo, 

La gente de Tupelo, en la finca recogiendo su cosecha, 

una nube oscura rodó, allá por Tupelo, Mississippi, 

¿No fue ese un gran momento? 

Llovió, tanto de noche como de día 

La gente pobre que no tenía a donde ir 

Un pequeño pueblo, llamado Tupelo, Mississippi 

Yo nunca lo olvidaré y se que tu tampoco

sábado, 3 de abril de 2021

Heroina - the velvet underground


 


Heroína the Velvet underground.           


No se a donde voy


Pero intentaré por el reino, si puedo


Porque me hace sentir como un hombre


Cuando me pongo un pincho en la vena


Y te digo que las cosas no son lo mismo


Cuando me apresuro a correr


Y me siento como el hijo de Jesús


Y supongo que no lo sé


He tomado una gran decisión


Voy a intentar anular mi vida


Porque cuando la sangre comienza a fluir


Cuando se dispara por el cuello del gotero


Cuando me estoy acercando a la muerte


No puedeis ayudarme ahora, chicos


Y todas las dulces chicas con toda su dulce charla


Todos pueden ir a caminar


Y supongo que no lo sé


Ojalá hubiera nacido hace mil años


Ojalá hubiera navegado por los mares oscuros


En un gran barco clipper


Pasando de esta tierra a otra


En traje de marinero y gorra


Lejos de la gran ciudad


Donde un hombre no puede ser libre


De todos los males de esta ciudad


Y de él y los que le rodean


Oh, y supongo que no lo sé


Heroína, sé mi muerte


Heroína, es mi esposa y es mi vida


Porque una línea principal en mi vena


Conduce a el centro de mi cabeza


Y después estoy mejor que muerto


Porque cuando comienza a fluir de golpe


Realmente ya no me importa


Sobre todos los Jim-Jims de esta ciudad


Y todos los políticos haciendo locos sonidos


Menospreciando a todos los demás


Todos los cadáveres amontonados en montículos


Porque cuando comienza a fluir de golpe


ya nada importa


Cuando esa heroina esta en mi sangre


Y esa sangre esta en mi cabeza


Entonces doy gracias a Dios de que estoy casi muerto


Y doy gracias a tu Dios de que no me de cuenta


Y doy gracias a Dios que simplemente no me importa


Y supongo que no lo sé


martes, 2 de febrero de 2021

"Cronica negra de Valladolid" 2011 - Enrique Berzal de la Rosa



Imposible, increíble, inexplicable. Eran las presiones más repetidas por los vecinos de Laguna de Duero aquel 27 de octubre de 1893. El bueno de Feliciano Gómez, asesinado a sangre fría por su propia esposa.


Cómo era posible que un matrimonio tan bien avenido terminara de manera tan trágica? Porque entre Feliciano y Aquilina Tasis reinaba la paz social y conyugal más admirada. Ni una discusión, ni un enfrentamiento. Era un matrimonio modélico y con dos hijos, Paulino. de 17 años, y Anastasia, de 14. Vivían en una casa de aspecto pobre, detallaba EL NORTE DE CASTILLA, situada a un extremo del poblado La habitación de los cónyuges era contigua a la de los hijos.


Solamente una enfermedad degenerativa, contraída por la mujer tres años atrás, había quebrado un tanto la tranquilidad del matrimonio. Pero sin mayores consecuencias que las derivadas de una creciente dolencia que la obligaba a guardar reposo de manera prolongada. Reuma, artritis, dolor de huesos y epilepsia: la decadencia corporal de Aquilina, mujer de 38 años ocupada en vender los productos de su labranza en la capital vallisoletana, la obligó a abandonar el trabajo y la avejentó hasta límites insospechados. De hecho, al pobre Feliciano, leñador de profesión, hombre grande y corpulento, activo y emprendedor, no le quedó más remedio que

hacer horas extras para completar la economía doméstica.


Todo se torció aquel día en que el hijo mayor, Paulino, confesó sus deseos de hacerse con una pistola de dos cañones; Aquilina, lejos de disuadirle, le animó con entusiasmo. Todo se debía, aseveraba el periódico, a los deseos de la madre por hacerse con la pistola.


Conseguir una pistola incapaz de conseguirlo por sí misma, convenció a su hija para que se la acercara. Obediencia fatal: Aquilina, una vez conseguida el arma, la ocultó bajo la almohada y esperó. 27 de octubre de 1893, ocho y media de la mañana. Feliciano duerme mientras Aquilina se incorpora como puede. Lo mira con expresión atolondrada, inexpresiva. Saca el revólver, apunta a su cabeza y le descerraja dos de tiros a bocajarro.


«La herida causada por los proyectiles fue calificada de mortal de necesidad, en la región fronto-temporal y orbitaria del lado izquierdo, recorriendo la cápsula las membranas del cerebro y masa encefálica hasta el lóbulo superior occipital, en cuyo huevo se detuvo, produciendo a Feliciano a las pocas horas la muerte, que tuvo lugar en las mismas casa y cama del infeliz.


Las fuerzas de seguridad detuvieron inmediatamente a la mujer. EL NORTE DE CASTILLA echó toda la carne informativa al asador y el 11 de noviembre de 1894 publicó un reportaje conmovedor. Incluso envió a un reportero a la cárcel de la Audiencia para entrevistar a Aquilina. El testimonio es desgarrador.


«Aquilina Tasis es una mujer delgada, en la que los padecimientos físicos han hecho estragos de tal naturaleza, que si en otros tiempos pudo ser hermosa, ahora se la calificaría simplemente de una mujer vulgar.


En sus ojos negros y brillantes, que denuncian un temperamento ardiente, se entrevén las sombras y las insensateces de una inteligencia alucinada y lo mismo considerada en su aspecto físico que en el moral, más que una criminal parece una enferma».


Aseguraba el plumilla que la mujer comía mal y dormía peor, presa de pesadillas terribles, que presentaba un carácter pacífico y casi todo el día se lo pasaba descansando en un jergón de paja que hacía las veces de cama. Su afán era morir cuanto antes para reencontrar


Porque Aquilina no acertaba a comprender las razones que la habían llevado a matarle: «Si el crimen se cometió, débese más que nada a un no sé qué, que no pude contener y que me obligó a coger la pistola y a dispararla, sintiendo ansia y furia verdadera por matar).


«Su conducta, según nos declararon las vigilantes, no puede ser más correcta: pasa todo el día inclinada sobre el jergón, emplea algún rato en hacer media, y hay momentos, pocos, en que recordando a su familia, a sus pequeños: como ella les llama, salen involuntariamente las lágrimas a sus ojos», remachaba el periodista


El informe pericial le puso las cosas fáciles al defensor, señor Aguirre, que adujo el carácter de perturbada para librar a la mujer de esa pena capital por parricidio, con los agravantes de premeditación y alevosía, que proponía el fiscal Calleja: «La Aquilina Tasis es una epiléptica con síntomas manifiestos de locura». «No recuerdo nada absolutamente de aquel hecho y no tengo idea siquiera de lo que hice aquel día», declaró la acusada en la vista oral, celebrada el 12 de noviembre de 1894. Otros testigos ratificaron la ausencia de reyertas en el matrimonio, mientras el hijo mayor, Paulino, en un desesperado intento de defender a su madre, aseguraba que si bien ésta le había arrebatado la pistola, fue en el forcejeo cuando se le disparó involuntariamente, hiriendo de manera fatal a su padre. Su testimonio no logró otra cosa que conmover al público asistente.


En su veredicto, el jurado encontró a Aquilina Tasis culpable de homicidio pero «ejecutada la acción criminal en estado de locura». Confirmó por tanto la irresponsabilidad que predicaba el defensor y la sentenció a reclusión en un Manicomio y a pagar las costas del juicio. «El público, muy satisfecho del resultado, elogia al defensor y al tribunal popular», detallaba, con similar entusiasmo, el periodista de EL NORTE DE CASTILLA.